Yoga Occidental: Sincretismo, apropiación cultural y dogmatismo
- msaucedob
- 16 may 2024
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 6 jun 2024
Hace un par de días, llegó a mis manos un artículo escrito por una colega mía, ex-
maestra de yoga, hoy educadora de movimiento. El texto, como todo buen escrito,
abrió la caja de pandora en forma de mil preguntas y una imperiosa necesidad de de
compartirlo, de sacarlo a la luz.
Dentro del texto hablaba, entre muchas otras cosas, de la industria millonaria en la
que se ha convertido el producto del yoga (así es, se ha transformado en objeto de
consumo occidental), y de cómo utilizamos figuras religiosas de la cultura hindú hasta
en la sopa.
Tapetes de Ganesha, altares con representaciones de Nataraja, tatuajes en sánscrito, y
una larga lista de etcéteras. Sin embargo, no debemos dejar pasar de vista que
estamos hablando de una religión viva, que merece todo nuestro respeto, al igual que
cualquier otra religión.
¿Es justo tomar de aquella religión –a la cual observamos como lejana, fantástica,
mítica y mística- solo aquello que nos conviene, interpretándola a nuestro modo? Que
si hay que rezarle a Ganesha para derribar obstáculos, a Lakshmi para invocar
abundancia a nuestra vida, mantras a Kahli para la fortaleza, que si le pones un altar a
Shiva junto con cuarzos de colores, inciensos y demás amuletos para la buena suerte,
“subirás tu vibración”.
¿No tiene que ver más este aspecto de la práctica con un sincretismo y con nuestra
concepción de la superación personal y el New Age, que con una religión viva, que
merece nuestro más profundo respeto, conocimiento y reconocimiento? Sobre todo,
cuando esa cultura y religión han sido minorías y sujetas a milenios de opresión.
Quiero dejar esta pregunta abierta, sin emitir ningún juicio final, y con el afán de
despertar más preguntas.
Hasta este punto, estamos hablando del bhakti, o la parte devocional del yoga. Para
adentrarte en el tema de la apropiación cultural en esta disciplina, hay dos referentes
que no puedes dejar pasar: el podcast “Yoga is Dead”, con el que además, morirás de
risa, y la cuenta de Instagram de Susanna Barkataki.
Sin embrago, quiero adentrarme en el hatha, o la parte postural del yoga que sin duda,
ha sido la más explotada por nuestra cultura, y la que mejor conocemos.
Por un lado, creo que hay que honrar profundamente los orígenes de la práctica; empezar por
estudiar sobre el origen en primer lugar.
En mi experiencia personal, existe un claro antes y después a partir de leer Yoga Body,
de Mark Singleton, el cual hace un estudio exhaustivo y señala que la práctica de
asanas como la conocemos, nace por ahí del 1920 y tiene más que ver con un
intercambio cultural entre Europa y la India -el auge del YMCA y de la gimnasia rusa,
entre muchísimos factores- que con un imaginario fantástico, milenario y místico que,
como dice el libro, queremos acuñarle a como dé lugar.
Creo profundamente que el yoga ha sufrido años y años de de procesos sociales,
políticos, históricos, y hasta médicos, que la han moldeado. El yoga también se ha
modificado y se ha beneficiado sin duda de estudios como la fisioterapia, el
conocimiento anatómico y de biomecánica, los estudios de movimiento somático y
muchísimo más.
¿Esto es bueno, ¿es malo?, ¿debemos apegarnos a lo que consideramos tradicional,
original?, ¿qué significa eso siquiera? De nuevo, opto por dejar esta pregunta abierta, y
que lleve al lector a sus propias respuestas y alcances.
Ayer en un grupo muy famoso de Facebook, una chica de mi edad decía que estaba
empezando a practicar yoga, que quería estar en forma, pero no sabía si debía meterse
al tema filosófico. A lo que otra persona le contestó al estilo de “NECESITAS un
maestro que te guíe, es la CLAVE, para que sepas qué son los candados energéticos y
para qué sirven, y por qué la incomodidad en las posturas es TAAAAAN importante.
Como siempre me pasa, imaginé mil cosas que contestarle, y al final decidí ya no
causar polémica, así que a manera de catarsis lo expreso so pretexto de este artículo.
Además, ¿sabrá esta chica que los bandhas, o candados energéticos pertenecen a una
tradición específica de yoga, y hay yogis que pertenecen a linajes distintos y que
pueden tener una práctica fructífera y benéfica sin utilizar este concepto?, ¿sabrá que
no todos los maestros son partidiarios de la purificación que supone tapas y el
sacrificio, y que más bien, apelan a una práctica libre de dolor e incomodidad? ¿Quién
está “bien” o quién está “mal”? No sé, los dos o ninguno, peeero...
Hay algo que me hace mucho ruido en cualquier declaración que me sepa a “así se
hace y así se tiene que hacer” por qué viví mi niñez y adolescencia en un colegio en
donde las cosas tenían que SER de cierta forma, y era vergonzoso o inconcebible
pensar diferente (muy en especial cuando éstas ideologías vienen disfrazadas de
engañosa libertad).
En fin, en yoga encontré un espacio en donde podía ser flexible y libre, amorosa y
compasiva, con lo que soy, y lo que pienso, con lo que creo y con lo que puede ser. Por
eso, cualquier conato de dogmatismo, a mi me puede desquiciar.
Creo que me quedan más preguntas que respuestas en esta reflexión, y de eso se trata,
solo quiero terminar con un consejo muy personal, para quien le caiga bien en este
momento. Si cualquier maestro o persona te dice que su yoga es el yoga original, el
Yoga verdadero, que descubrió el hilo negro, que los demás están mal, y que puede
enseñarte el ÚNICO camino; huye, huye, corre sin parar, lejos y jamás voltees atrás.
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