Resolución 2025: ser la mala de la historia
- msaucedob
- 13 ene
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 17 ene
Quiero empezar esta entrada no adentrándome en los miles de clichés que tanto me caaaaagan: física cuántica para la abundancia, el "todas somos diosas" y hasta el "somos las mujeres que a nuestras abuelas no pudieron quemar". No sé ustedes, pero mis dos abuelas eran mega conservadoras/católicas y si les hubiera hablado del poder sanador femenino, cuando menos y en el mejor de los casos, se hubieran cagaaaaaado de risa.
Pero sí hay un trend que hace pocos meses me empecé a comprar. Me tocó vivirlo. Si te gusta el yoga, "la magia", el "empoderamiento" etc etc etc... seguro has escuchado del "síndrome de la niña buena". Se me hacía el peor de los lugares comunes porque sí, crecimos con arquetipos del amor incondicional de la madre, de la niña que nunca se enoja, siempre sonríe y complace a los demás.
Hasta que me vi en una de mis sesiones de psicoanálisis. Les voy a ser sincera y muy del fondo del corazón: me aterra ser la niña mala, la mujer c*lera, aprovechada o egoísta. Hasta que durante alguna sesión, Pedro, mi terapeuta que adoro -no le digan, es solo transferencia-, me hizo notar que en el sistema en el cual yo crecí, debía poner buena cara en todo momento. Y que si me equivocaba o me "portaba mal" venía un castigo, y hasta no sentir la culpa, la verguenza, y el sentimiento de insuficiencia, no me iba a perdonar a mi misma, es decir no me iba a dejar de torturar.... me lo merecía.
Así crecí y mis relaciones reflejaban esa dinámica: me controlas, la cago, me castigo y torturo y hasta no tener un ápice de cariño tuyo, no me voy a redimir ni sentir cómoda conmigo misma. Qué martirio estar buscando siempre una muestra de aprobación del otro. De cargar con una culpa insostenible, desbordada y totalmente desproporcionada.
Y no solo me pasó en relaciones sentimentales.... la cuestión empezó a escalar hasta volverse un foco rojo imposible de obviar. No tolero la frustración ni el que alguien que yo quiero, admiro o respeto piense que soy "mala", o al menos, que actué mal.
Qué cliché, qué lógico, cuántas veces lo leí en mil posts de IG, en conversaciones con amigas y en terapia. Hay que abrazar la sombra. Y no, no se trata de algo sencillo como "es que a veces soy envidiosa". En mi caso, representó algo así como la torre del tarot, que simboliza la ruina de los cimientos, la destrucción del ego, de lo que creíamos seguro y ahora, hay que empezar a construir desde cero.

Siempre me jacté de ser amable, linda y resultarle cómoda al Otro. ¿Cuántas veces, dentro de contextos "espirituales" hemos escuchado: Si te dan una cachetada, pon la otra mejilla?. Así me la vivía yo, con el pretexto de ser "the bigger person" la persona que todo lo perdona por la paz del bien común.
Pero el 2024 me trajo una lección muy distinta: conocí el lado más oscuro de algunas personas -y del mío-, y muchas otras, incluso familiares, desde su mundo interno y creencias, decidieron -conscientemente o no- hacerme mucho, pero mucho daño. A mi y a los míos, y a ver, puedo ser mustia y hacerme la víctima para evadir el conflicto y mantener las aguas en paz, pero te metes con los míos y no hay forma de que no salte como leona a defenderlos, y por primera vez... a mi también.
En un pasado cercano, me hubiera puesto "en los zapatos del otro", en tratar en entender y empatizar y comprender.... y me perdía a mi misma. Dejé de validar mis emociones, de cuidarlas como lo sagradas que son, de darme lo que necesito y de nutrirme (neta neta espero no sonar como coach de barras de access, sory).
Pero ahora, trato de sentir en mi cuerpo lo que pasa después de un conflicto: ¿hay una ofensa hacia mi, un insulto, algún intento de manipulación, de hacerme sentir mal? No lo viví ni una, ni dos ni tres veces el año pasado... pero creo que algo aprendí.
Bloqueo de redes, distancia física y emocional, y pongo un límite y me alejo. Sí, aunque me preocupe por el otro (spoliter alert: al otro le vales madres, está en su pripio camino). Si la cagué en algo, pido disculpas, lo trabajo en mi terapia y HASTA AHÍ llega mi culpa.
Ya no me preocupa quedar mal, no me preocupa lo encantadora que digan que soy, no quiero casarme con la idea de la niña -poque es una postura muy infantil- perfecta, sonriente, amena y cero conflictiva. Prefiero ponerme primero. Prefiero anteponer mis valores y autocuidado; se vaya quien se tenga que ir.
Así que este 2025, lo mejor que puedo hacer por mi, es serme fiel. Es la única forma de ser fiel al mundo externo. Es tener la seguridad que estoy yo aquí para autoprotegerme y a los míos también. Es maternarme y ha sido un trabajo de sanación muy chulo.
Mucha gente se quedará, y tal vez la mayoría se irán. Pero las que lleguen, van a ser las mejores para hacer mi camino más ameno, delicioso, lleno de gozo y de cariño recíproco.
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